El principio de la comunicación es transmitir el mayor número de información posible con el menor número de elementos. En eso estamos de acuerdo y en que el género gramatical es una marca lingüística que no discrimina per se también. Estos son los principales argumentos que esgrimen quienes se niegan a desdoblar en femenino y masculino determinadas profesiones y se mofan de ello.
Citando a George Steiner: «Lo que no se nombra, no existe» y a Wittgenstein: «los límites del lenguaje son los límites del mundo», estaremos de acuerdo en que para resolver los problemas de la realidad no hay más opción que acudir a la lengua. De este modo, la lengua construye y refleja la realidad, y contribuye a transformarla.
Algunos (y algunas) consideran tonterías o atentados lingüísticos la reivindicación del uso del femenino para profesiones tradicionalmente desempeñadas por hombres: "jueza, arquitecta, abogada, ingeniera..."; pero qué poco les ofende el empleo de "enfermeras, limpiadoras, cajeras, maestras" para referirse a estos colectivos relacionados con los cuidados y, además, considerados inferiores, pero bien romantizados en esta pandemia.
Señoras y señores, o masculino genérico para todas las profesiones cuando hablamos del colectivo o comencemos a no tener pudor en nombrar en femenino a esas profesionales.
Mariángeles Chincoa
Normas mínimas lenguaje inclusivo en el Poder Judicial.
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